La situación moral, espiritual, económica y social de los moradores del planeta es dolorosa. Una parte sufre porque no puede llenar el vacío de sus insaciables ambiciones; mientras que la otra sufre porque sabe que tiene que perecer por su ignorancia bajo la presión del más fuerte. Prácticamente estamos viendo que las profecías del Divino Rabí de Galilea se están cumpliendo; ya no hay hijos para padres, ni padres para hijos, hoy por hoy un cualquiera es un señor y un señor es un cualquiera. No hay plazo que no se venza, ni deuda que no se pague, tenemos que pagar muy caro ante la JUSTICIA CÓSMICA DIVINA nuestras propias deudas. Tenemos que pagar con lágrimas de sangre el desconocimiento de los Misterios de la Vida y de la Muerte. Por eso es que los Santos, los Grandes Maestros y los Dioses no tendrán por qué sufrir en la catástrofe que nosotros esperemos, porque ellos se sacrificaron, se Cristificaron y se convirtieron en Dioses delante de DIOS. “Nos dice JESÚS: “YO soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”. (SAN JUAN, Cap. 11; Vers. 25 y 26).